En esta edición, hablaremos de las fracturas por estrés que sufren los deportistas en la zona del pie.
Se producen por cargas mecánicas excesivas que el hueso no es capaz de soportar o por micro-traumatismos repetitivos contra el suelo, en nuestros deportistas del triatlón, ocurrirá en un mayor porcentaje durante el maratón (donde el pie absorberá la fuerza del impacto).
Los huesos del pie más habituales a tener fracturas son: segundo y quinto metatarsiano (más frecuentes), calcáneo y astrágalo.
CAUSAS
Las fracturas por estrés no son traumáticas, por lo que el deportista no reconoce un momento en concreto donde se produzca la fractura, no recordará con exactitud el momento de la lesión. Esto conlleva que no podamos anticiparnos a la lesión para prevenir que se produzca (como si podemos hacerlo en otras lesiones deportivas). Por esto es muy importante tener en cuenta los consejos que redacto en el final del artículo.
En la mayoría de ocasiones se producen por una sobrecarga excesiva o por microtraumatismos repetitivos que se producen sobre el hueso y no es capaz de absorber toda la fuerza de impacto.
DIAGNÓSTICO
El deportista comienza a sufrir molestias, que normalmente comienzan pasado un tiempo del inicio de la actividad, que le impiden continuar su ejercicio con normalidad.
En las pruebas diagnósticas es complicado detectar dichas fracturas, al tener un pequeño tamaño. Por ello, cobra importancia la realización de diferentes pruebas (radiografías, resonancias RNM…), para un diagnóstico más detallado y específico de la patología.
Es importante tener un diagnóstico precoz, para poder detectar la fractura y evitar, así, otras patologías consecuentes de la lesión; como pueden ser los neuromas, edemas óseos u afectación de otras estructuras de tejido blando (tendinopatías, roturas musculares…).
SÍNTOMAS
La sintomatología más habitual es la impotencia funcional del apoyo o carga de la estructura lesionada (por ejemplo, el pie).
En las primeras fases, el dolor será leve y se prolongará a medida que la actividad física sea mayor y perdure en el tiempo. Al finalizar el ejercicio, la molestia se eliminará hasta comenzar otra vez la actividad.
En fases más avanzadas, el dolor no será únicamente durante el ejercicio si no que permanecerá en fases de reposo.
TRATAMIENTO
El tratamiento de las fracturas por estrés son conservadoras, es decir, no requieren de cirugías (salvo que sean muy graves y exista desplazamiento del hueso). El tratamiento por elección es el reposo relativo, es decir, evitar cargar el peso sobre la zona lesionada utilizando almohadillado en el calzado para reducir el impacto sobre la fractura. Pese a lo anteriormente comentado, el hueso fracturado debe recibir “imputs” o estímulos (en este caso el apoyo), ya que ayuda a acelerar el proceso de formación del callo óseo. Dicha formación de callo óseo se forma entre 6-8 semanas después de la fractura.
Durante este periodo de “Reposo relativo”, debemos realizar un trabajo de fortalecimiento muscular preventivo para no retrasar aún más la vuelta a los entrenamientos y la competición.
En este trabajo muscular debemos implicar a diferentes grupos musculares tales como: glúteos (mayor, medio y menor), cuádriceps, isquiotibiales, tríceps sural, tibiales, peroneos, musculatura intrínseca del pie, etc.
Los deportes que reducen o es inexistente el impacto, son una buena manera de mantener dicha musculatura a tono: la natación, bicicleta estática… Además, el trabajo en agua es bueno para continuar perfeccionando la técnica de nuestro deporte sin impacto (por ejemplo, correr).
Es importante evitar el reposo absoluto (algo obsoleto en la mayoría de los procesos de recuperación en estos tiempos actuales); debido a la pérdida de masa muscular y retraso en la generación del callo óseo.